El pintor y su época
Con la llegada del siglo XIX, la isla de Mallorca se convirtió en uno de los destinos escogidos por escritores y artistas no sólo de España sino también del extranjero. Con la consolidación del romanticismo en Europa, caracterizado por la exaltación de la naturaleza y el gusto por el exotismo, surgieron los libros de viajes, que contenían descripciones detalladas de los lugares visitados, generalmente acompañadas de ilustraciones realizadas por el propio autor o por terceros, siempre a partir de sus indicaciones.
Las Islas Baleares, alejadas del fenómeno de la Revolución Industrial y de la modernización que ésta supuso, mantuvieron prácticamente intacto su territorio, hecho que fomentó una visión idílica de Mallorca en Europa.
En el ámbito artístico, el contexto mallorquín en el siglo XIX se encontraba vinculado al romanticismo y el realismo francés, con el retrato, el género costumbrista, la pintura de historia y el paisaje como principales géneros, este último defendido como género independiente por el pintor y académico mallorquín Joan O’Neille en su "Tratado de paisaje" (1862).
Sin embargo, entre los últimos años del siglo XIX y el primer cuarto del siglo XX, destacados pintores procedentes del territorio español y del extranjero recalaron en la isla atraídos por su naturaleza y pusieron las bases de la renovación del género del paisaje. Las diferentes visiones de estos artistas en torno a este género, introdujo el modernismo y el simbolismo en Mallorca que, junto con la tradición pictórica mallorquina vinculada al academicismo, fueron determinantes en la formación y posterior desarrollo en la producción artística de Fuster Valiente.