Fuster Valiente, un eminente pintor

Don Lluis Ripoll, de la Real Academia de Bellas Artes de San Sebastián, escribió este texto a propósito de la exposición organizada en la Fundación Barceló de Palma y con motivo del centenario del nacimiento de Fuster Valiente:

No podría decir cuando conocí personalmente a Juan Antonio Fuster Valiente. Quizás con motivo de su exposición en "Galerías Costa" a finales de 1940. Lo que sí se cierto es que ya en 1945 existía entre nosotros una gran amistad y, a través de ella, el conocimiento exhaustivo de su considerable, inmarcesible obra.

Resultado de esa amistad, cierto díía de ese último año, me invitó a visitar su estudio. ¡Me impresionó! Sobre todo sus grandes lienzos, reproduciendo rincones del Mollet, captando el apabullado tráfico de la gente de mar. A raíz de esta visita, escribí una nota en "La Almudaina", bajo el título "La pintura mural de Fuster Valiente", y que decía:

"No quiero señalar hoy más que un extremo. Lo eminentemente propicio a la decoración de grandes extensiones –sea dicho en el más elogioso de los sentidos– que se nos revela la pintura de nuestro artista. Imaginamos sus cuadros (que el pintor iba pasando ante mí) trasladados a grandes lienzos de pared: decorando plafones y testeros...

"Pintura modernísima ésta de F.V. que, por inexplicable gesto -modestia difícil de concebir-, permanece en el amplio y señorial estudio del maestro.

"Grandes multitudes en un escenario magnífico. Patrones y marineros; nostramos y grumetes. En los astilleros, la pincelada bermeja. ¡Qué inmenso acierto los mínios de F.V. en los costillares del buque en embrión..."

Poco tiempo después de la visita a su estudio el pintor quiso darme inolvidable prueba de amistad. El maestro quiso ilustrar con sus dibujos uno de los primeros libros de un periodista principiante: el que esto firma, con su ensayo "Palma, la ciudad de Mallorca" (1946). Allí están, entre otros, algunos dibujos con el tema del mar a que antes me he referido.

Un año después (1947) de ese gesto amical del pintor –tan reacio a mostrar su obra públicamente– nos ofrece en el "Círculo de Bellas Artes" una magnífica exposición. De ella guardo su modesto catálogo, lleno de apuntes que servirán para mi trabajo en el diario "La Almudaina". Sus títulos son muy sumarios (propios de su carácter, desde luego): Buñola, Mollet, La Estación, Ses Enramades, Estudio, La Feria y Dos Notas, de las que anoto: "Son encantadoras".

Lo que entonces escribí de esta exposición, sigue hoy totalmente vigente. Por ello me permito reproducir unos párrafos:

"Sabido es -no importa recalcarlo- que su pintura estaba ya alejada de todos los ‘ismos’, tanto como de la pintura tradicional. Sólo un ligero acento francés (F.V. estuvo en París en su juventud) permanece muy apto para su proyección en lo universal.

"F V. presenta una obra muy completa, sólida. De sus coloraciones pálidas pasa a las atrevidas en sus últimas "Notas de Feria"; de sus temas del Mollet, de clásica raigambre, se nos va a sus cuadros sobre temas semi-urbanos, que le alejan para siempre del tópico y le acreditan de factura actual; de la complicada geometría de los astilleros y de la curva recia de las cuadernas, retorna a las líneas elementales de los edificios modernos..."

Y conforme pasan los días –y los años– F.V. nos demuestra cuánto se puede lograr cuando estas valoraciones están conjugadas y dosificadas... Armonía y afinidad grande de los colores, ponderación de los volúmenes, distribución de las masas y, en el fondo, todavía, el recuerdo de ese aire francés que F.V. recogió hacía años y que luego traspasó a la geometría de sus dilectos temas de mar.

Y llegados aquí, no se puede silenciar ninguna faceta de la obra del autor, y desde luego aquella en que estuvo muy cerca del pintor Sebastián Junyer, frente a los paisajes de Lluc-Alcari y Deiá y de los que se decía que cada cuadro podía ser firmado indistintamente por cualquiera de los dos artistas.

F.V. nunca, en vida, conoció las mieles del éxito por lo que atañe a la adquisición de su obra. Fue un pintor que no vendió sino una muy escasa parte de su producción. El decía: –conformado– "¡No entienden mi pintura!". ¡Cuántas veces se lo hemos oído exclamar!

En 1965, un año después de su muerte, una exposición antológica, en los recién inaugurados salones de la "Asociación de la Prensa de Baleares", tuvo visos de merecido homenaje. Desde entonces su obra goza de altas cotas de estimación.

Esta exposición de ahora en la Fundación Barceló, coincidiendo con el centenario del nacimiento de Fuster Valiente, viene a confirmar algo sabido, aunque quizá olvidado, en el mundo del arte insular: que nos encontramos ante uno de los grandes pintores contemporáneos; con la obra ingente de un artista innovador y de un recordado amigo.

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